El despertar católico

24 de enero de 2016

Vivimos una guerra irregular y de larga duración contra el crimen organizado. En ella, las intervenciones u omisiones de múltiples actores dan cadencia y destino a las batallas y etapas del conflicto. Recientemente han aparecido señales de que la Iglesia católica comenzó a confrontar abiertamente a los criminales.

Entre los países del mundo occidental, México posee el primer lugar de religiosos católicos asesinados por el crimen organizado. De 1990 a 2015 han sido ejecutados un cardenal, 39 sacerdotes, un diácono y cuatro frailes. Es una tendencia al alza, pues durante los tres años de gobierno de Enrique Peña Nieto han caído 11 sacerdotes (cifras del Centro Católico Multimedial, CCM). Si a lo anterior añadimos los secuestros, los 500 casos de extorsión denunciados y los robos que padecen, se fortalece la hipótesis de que en esta nación hay una persecución religiosa extendida a todas las Iglesias; es diferente a la observable en el Medio Oriente, África o Asia, pero sus consecuencias son similares.

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