Historias de violencia y paz

06 de octubre de 2015

La violencia carcome a México, y la sociedad, indefensa, se refugia en la pasividad o resiste como mejor puede. En el trasfondo está un hecho gravísimo: el Estado perdió el control sobre la violencia.

Las violencias del Estado. Para Max Weber el Estado preserva o delega el “monopolio del uso legítimo de la fuerza” para garantizar la seguridad de la ciudadanía. En las masacres ocurridas en México desde 1968 el Estado no ha cumplido con esas obligaciones y esto conecta hechos aparentemente separados como Tlatelolco y Ayotzinapa.

El 2 de octubre de 1968 el jefe de un Estado fuerte y centralizado, el presidente Gustavo Díaz Ordaz, organizó y ordenó una matanza de inocentes; y esa noche la violencia se salió de control. Si en la Plaza de las Tres Culturas vimos toda la fuerza del Estado, en Iguala contemplamos a un Estado debilitado, displicente e ineficaz, aceptando tácitamente que la delincuencia organizada gobierne y se apropie del monopolio de la fuerza. Una paradoja cruel es que el partido nutrido por el Movimiento del 68 (el PRD) terminara siendo cómplice de la violencia criminal.

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